La utilización de la forestación urbana ha
estado presente en todos los Planes de Descontaminación del Aire, que desde 1990
han sido aprobados para la Región Metropolitana de Santiago. Numerosos
estudios han demostrado que las hojas de los árboles capturan contaminantes de
distinto tipo, sean estos gases o material particulado.
Sin embargo, el indicador que se ha utilizado
para medir incrementos de la presencia del árbol en la ciudad, ha sido Metros Cuadrados
de Áreas Verdes por Habitante (m2av/h). Esta situación solo puede significar
que quienes toman decisiones en estos temas entienden que los árboles solo
descontaminan cuando han sido establecidos en un área verde, cuestión que,
obviamente, está alejada de la realidad.
En la actualidad se reconoce que los árboles,
por la funciones ecosistémicas que cumplen, generan múltiples beneficios (sociales ambientales, económicos, sicológicos y culturales),
independientemente del lugar donde hayan sido establecidos, y descontaminan el
aire ya sea que crezcan en calles, avenidas, plazas, parques o cerros islas, en
pasajes, antejardines o al interior de condominios.
El estándar de 9 m2av/h que definió la OMS no considera el potencial
de arborización de todo el territorio comunal, porque el criterio utilizado
para su formulación fue la “higienización” de las zonas urbanas. Distinto es el
caso cuando los indicadores se formulan para medir la captura de material
particulado y gases contaminantes presentes en el aire (número de árboles por habitante, cobertura
de copas por superficie comunal), donde se debe tomar en cuenta no solo las
áreas verdes, sino los árboles presentes en toda la superficie comunal, enfoque que sitúa el arbolado de las áreas verdes en el lugar específico que le corresponde ocupar.
Habrá quienes definan indicadores para
determinar el aporte de los árboles al mejoramiento del paisaje o al incremento
de la actividad deportiva, a la captura de carbono o para estimar el oxígeno
emitido.
La utilización reiterada del indicador m2av/h
por parte de las autoridades, durante décadas, ha impedido: a) la implementación
de métodos y técnicas propios de la silvicultura o arboricultura urbana
necesarios para fortalecer la planificación y el manejo del arbolado urbano a
nivel comunal y regional, b) la construcción de áreas verdes comunales y c) el fomento y la protección del arbolado urbano. Es urgente que esta situación sea corregida.
En los tiempos actuales, dominados por el cambio climático y la pérdida de calidad de nuestro ambiente, el árbol urbano es un elemento estratégico vital, cuya promoción y conservación puede salvar a la humanidad del padecimiento de numerosos males.
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